Estos días se celebra en Barcelona el Congreso Internacional de Enfermería. Yo tengo la suerte de poder asistir y quisiera compartir con todos vostr@s las vivencias del congreso.

Mi objetivo era ser totalmente asertiva pero no creo que lo logre en todo momento. Ruego que entendáis que se trata de  dar una visión personal y que seguro que otros compañeros lo ven diferente. Mis críticas tienen la misión de dar una visión de cosas a mejorar.

Ayer fue la ceremonia de inauguración.

Nos pidieron que fuéramos con tiempo para pasar los controles de seguridad y yo y mi acompañante nos presentamos a las 16,15h en las puertas del Palau Sant Jordi. Al enseñar la documentación nos enviaron a la puerta 5 al igual que todo aquel que no había hecho el registro y solo tenía la acreditación del congreso.

Después de hora y media de espera a pleno sol, a 28º y con el único consuelo de las endebles hojas de un árbol en vías de desarrollo, los ánimos de los que esperábamos se calentaron y comenzaron los gritos y los abucheos. Salió un representante del CGE ( Consejo General Enfermería) e intentó poner orden. Dentro de aquel orden nos enviaron de nuevo a otra puerta para hacer otra cola. La seguridad era abrir los bolsos.

Durante nuestra larga e inútil espera pudimos conocer a más enfermeras de todas partes del mundo. Los fuimos identificando por el color de sus trajes nacionales. Había algunos países como Dinamarca, Canadá y Honduras que llevaban camisetas con los logotipos de sus respectivos colegios profesionales. Otros llevaban banderas de su país o de su colegio de enfermería. Entre las españolas solo pude identificar un grupo de sombreros de paja blanca con una cinta que ponía Salamanca.

Hicimos amistad con una enfermera del comité de Singapur que tiene un marido español. Nos habló de las dificultades que tienen algunas enfermeras para ejercer la profesión en algunas de las islas que forman su país y la diversidad cultural con la que conviven (extranjeros, chinos, malasios y euroasiáticos). Llevaba su vestido nupcial de colores dorados y ámbar. Era muy bonito.

Finalmente entramos en el recinto.

Comenzó la ceremonia con unas palabras de Frances Hughes, Directora general del CIE donde nos daban la bienvenida al congreso.

Se inició el desfile de los diferentes comités nacionales. Cada uno con un símbolo que representaba  su país. Desde la señora con el vestido de la bandera Argentina, pasando por los coloridos vestidos asiáticos y africanos y los ostentosos de Arabia Saudita para finalizar con la representación de la enfermería española compuesta por hombres de frac y medallones de oro y señoras con teja y mantilla en riguroso negro de Semana Santa. Deciros que eché de menos el Cristo de los Faroles por su afinidad con la lamparita de la Nightingale porque los cofrades ya los teníamos.

Acto seguido nos hicieron poner en pié porque entraban las autoridades españolas invitadas al evento: el señor Máximo González Jurado ( presidente de CGE) con frac y un collar al estilo embajador sobre sus hombros y la ministra de sanidad Dolors Montserrat mucho más natural.

Del discurso del señor Máximo lo máximo sería destacar que dentro de un discurso lleno de optimistas descripciones de la función enfermera en España dijo que todas las enfermeras somos prescriptoras o prescriptoras en colaboración. Me llamó la atención el «lapsus linguae» que cometió al asegurar que su asociación  buscaba defender los derechos de las enfermeras . Yo habría dicho la asociación a la que pertenezco.

Se impartieron los premios a la excelencia profesional, los derechos humanos, el desarrollo y la innovación.

Quedamos emplazados para el día siguiente en el CCIB ( Centro de Convenciones Internacional de Barcelona).